Aquel mes de julio de 1964, en vísperas del Año Santo Jacobeo 1965, cuatro alevines de periodista recorrieron a pie el Camino de Santiago, desde la mismísima muga de Francia hasta Compostela. Cincuenta y ocho años después, y en pleno Año Santo Jacobeo, uno de ellos, Miguel Ángel Velasco, rememora en es tas páginas, con entrañable añoranza, la crónica de aquel peregrinar, gracias al feliz reencuentro del cuaderno de tapas rojas en el que, noche a noche, fue escribiéndola.
Es una recuperación reconfortante de aquella íntima plenitud y de aquel silencio interior que constituyen la médula del Camino, “una de las mayores potencias espirituales que conocieron los siglos cristianos”, según lapidaria definición de don Álvaro Cunqueiro.
El Camino de Santiago, si se hace como es debido y como Dios manda, es comunión, o sea, lo contrario de rebaño. Son páginas fascinantes sobre el Camino que da sentido a todos los caminos, el único camino verdadero que sale al encuentro de uno consigo mismo.
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